Red Peruana contra la Pornografía Infantil

Asociación Civil sin fines de lucro, que busca la erradicación de las redes de productores, distribuidores y consumidores de pornografía infantil en el Perú y Latinoamérica, principalmente de aquella que se ejecuta vía Internet. Asimismo, lucha contra la Trata de Personas, la Explotación Sexual Comercial Infantil y el Tráfico de niños, niñas y adolescentes, trabajando en coordinación con otras instituciones que persiguen similares fines.

miércoles, noviembre 15, 2006

La Prostitución Infantil (segunda parte)

"No existen niñas prostitutas, lo que existen son niñas prostituidas"
Red Peruana contra la Pornografía Infantil
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La prostitución como estrategia de la supervivencia de los sectores más pobres, no puede ser considerada como una opción de vida, sino como una forma de esclavitud.
Existen otras formas de prostitución que no están directamente relacionadas con las situaciones de exclusión socio-económica, sino más bien determinadas por elementos como el consumismo y la presión de ‘tener éxito’.
El niño en estas condiciones de vida en la calle o en el medio de prostitución, genera mecanismos de adaptación que afectan su posterior inserción en otros ámbitos. La violencia en este medio determina la creación de lazos solidarios con sus pares, pero también el deterioro de su autoestima.
Los efectos negativos de la explotación sexual sobre los niños son profundos y, con frecuencia, de carácter permanente. A los que sobreviven, y debe tenerse en cuenta que algunos niños no salen con vida de esa ‘vida’, la experiencia puede causarles daños físicos y mentales irreparables. Las jóvenes víctimas, que frecuentemente no reciben la protección jurídica adecuada, son tratadas como criminales a quienes no les queda más remedio que volver a ingresar al círculo vicioso de abuso y explotación en niveles cada vez más elevados de riesgo personal.
Es necesario que la explotación sexual de los niños sea analizada, comprendida y combatida en el contexto social en que ocurre.

¿A quién o quiénes culpar?

Es tentador responsabilizar, de este complejo problema, exclusivamente a las organizaciones delictivas, considerar que sólo los proxenetas y aquellos que participan directamente en los actos sexuales son los explotadores, o menospreciar a las víctimas acusándolas de promiscuidad o irresponsabilidad sexual, y la verdad es que ningún sector de la sociedad puede desentenderse de la responsabilidad de la explotación sexual de los niños.
Las causas de la explotación son diversas y de no fácil solución. La desigualdad económica y la creciente brecha social entre ricos y pobres, la migración y la urbanización a gran escala, y la desintegración familiar son algunas de sus causas. Aquí también influyen valores culturales históricos y permanentes presentes en la sociedad, muchos de los cuales son discriminatorios contra las niñas y las mujeres. Del mismo modo, el deseo desmedido de bienes y valores materiales, promovidos e incentivados por los medios de comunicación y la publicidad comercial, genera el deterioro de los sistemas de apoyo culturales y comunitarios tradicionales.
La ignorancia y la falta de programas serios en materia de educación sexual también desempeñan un papel en la explotación sexual de los niños.

El papel de la familia frente a la explotación sexual infantil

Las familias son los primeros cuidadores, educadores y protectores de la niñez y sus derechos. Los valores familiares son esenciales para la percepción que el niño tiene de si mismo y del mundo que le rodea. Cuando, por cualquier razón, la familia no puede cumplir estas obligaciones, empieza a quebrarse la primera línea de defensa del niño y la niña contra un mundo inseguro e incomprensible.
Las investigaciones han comprobado, a escala mundial, una fuerte correlación entre los abusos familiares sobre los niños, especialmente sobre las niñas, y la incitación a participar en el comercio sexual. La madre, en particular, juega un papel fundamental en las decisiones de su hija.
Las extensas pruebas de la participación de la familia en la explotación sexual directa de los niños es un hecho inquietante pero quizá no resulta sorprendente, dada las pesadas cargas y las graves inequidades y dificultades en que viven muchas familias. Son portadoras de pobreza y desesperanza, y de valores heredados y recientes que consideran a los niños como una propiedad y por lo tanto como una fuente de sostén económico; las familias transmiten estos valores y sus consecuencias a sus hijos.
Muy a menudo, los padres que venden a sus hijos en el comercio sexual, lo hacen sin pleno conocimiento. Les dicen, y se lo creen, que sus hijos va a realizar servicios domésticos o cualquier otra forma de trabajo o van a casarse. Otros venden a sus hijos plenamente conscientes al comercio sexual, aunque no siempre reconocen las consecuencias de dicha actividad. Algunas familias de Asia que tradicionalmente deseaban tener hijos varones para que trabajaran con la familia, ahora esperan tener niñas para vender, ya que sus posibles ingresos son mayores.
Pero no todas las familias pobres venden a sus hijos; lo que impulsa a una familia pobre a la venta de un hijo es lo que se ha llamado ‘la pobreza más la falta de opciones’. Con frecuencia, esto supone que la familia pobre tiene que hacer frente al desempleo, la emigración forzosa, la estigmatización por la comunidad, la dependencia de estupefacientes o las crecientes expectativas por el contacto con el consumismo.
Algunas veces el niño o la niña son vendidos en el comercio sexual por progenitores que han realizado abusos sexuales o de otro tipo a sus propios hijos. El niño o niña es considerado entonces como ‘disponible’ para el comercio sexual y capaz de ganar dinero para la familia. El pago o “préstamo” de dinero a los padres por un tercero sitúa al niño o niña en una situación de ‘esclavitud deudora’ en la cual estos se ven forzados a mantener relaciones sexuales comerciales para devolver la deuda de la familia al explotador.
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