Las batallas de Lydia Cacho. Una gran periodista de investigación
Méjico.- (Eileen Truax - La Opinión Digital) Lydia Cacho es una sobreviviente. Pocas mujeres pueden enfrentar al poder político mexicano, al poder de los empresarios, a una red de corrupción de menores y al aparato judicial, y vivir para contarlo. Lydia lo ha hecho, y no sólo eso: continúa trabajando para evidenciar a quienes desde el poder encubren la impunidad.


"No, no la tengo", dice rotunda. "Yo denuncié los hechos contra mí ante la Fiscalía de Delitos Contra Mujeres. En enero de este año estaba lista la orden de aprehensión contra los policías que me torturaron. Cuando la Fiscalía ya iba a girar las órdenes, el caso se detuvo por orden de la Procuraduría General de la República (PGR) esperando la resolución de la Corte. La resolución ya salió, pero el procurador [Eduardo Medina Mora] dio la orden de que se debe detener".
Cacho asegura que debido a que su trabajo ha tocado intereses políticos y económicos, será difícil ver tras las rejas a personajes como Marín o Nacif. "Estoy convencida de que hay negociaciones políticas utilizando mi caso, pero lo fundamental para mí es que hemos demostrado que el argumento del presidente [Felipe] Calderón de que hay que tener confianza en las instituciones, ha sido rebasado por completo".
Con resignación, la periodista reconoce que el cambio de gobierno no representa una esperanza para ella. "Lo que decidí fue poner a prueba a estas instituciones de las cuales Calderón hablaba con fascinación. Entregamos indicios, pruebas testimoniales y que ellos se exhibieran tal y cual son. La PGR se mostró cual es; vimos una muestra del estado del sistema jurídico, político y económico de México, en donde una empresa multimillonaria puede corromper a los políticos, donde un gobernador es capaz de vender a la justicia. Lo que sí logramos es que mucha gente de otros países entienda cómo funcionan los mecanismos de la corrupción sobre un ciudadano común como lo soy yo".
Cacho, quien vive en Cancún, Quintana Roo, se encuentra en Estados Unidos donde recibió el Premio al Valor Periodístico que entrega la organización International Women’s Media Foundation (IWMF) a mujeres periodistas que han desempeñado su trabajo en condiciones de riesgo extremo. Cacho recibió el premio el día de ayer, martes 23 de octubre, en una ceremonia en la ciudad de Nueva York, y nuevamente lo hará el 30 de este mes en la ciudad de Los Ángeles.
A pesar de que a Cacho se le conoció internacionalmente por el caso Succar, su trabajo data de más de 20 años, en los que ha reportado sobre temas relacionados con la violencia doméstica, el crimen organizado, la corrupción policiaca, y ha sido activista en la defensa de los derechos de las mujeres. En 1998 fue violada y golpeada en el baño de una estación de autobús debido a esta labor.
"Yo desde mucho antes de ser arrestada [en 2005] acepté la protección de la escolta que me puso la PGR porque sabía de las amenazas de muerte, no sólo por el caso Succar, sino otros dos casos de narcotráfico. La acepté sobre todo porque decidí que iba a llegar viva hasta el final para denunciar este caso", relata. "Lo que nunca me esperé es que el 16 de diciembre, cuando me detuvieron, mi escolta se quedara impávida y le llamaran por teléfono a sus jefes, que les dijeron: ‘Déjala que se vaya porque son policías’. Creo que eso es una clara radiografía de lo que está pasando en México".
Lydia considera que su trabajo ha ayudado a que se investiguen a fondo de las redes de pornografía infantil y de abuso sexual infantil. "Se han encontrado en Quintana Roo miles y miles de casos de niños y niñas, casos que están detenidos en la procuraduría [estatal], que están ahí durmiendo", explica. "Hemos utilizado todos los recursos posibles y hemos comprobado con hechos duros cómo el Estado mexicano sigue negociando con la justicia en casos tan peligrosos como el de Succar Kuri y la trata de menores".
Lydia Cacho tiene que vivir a la sombra de una escolta que la sigue en todo momento, "porque pretendo seguir viva al final de esta carrera", asegura. "Vivo como secuestrada, con cuatro agentes federales día y noche, viajando en un auto blindado; si salgo a tomar un café con mis amigas, la escolta va conmigo; si voy al baño, la mujer escolta me acompaña. Vivo como delincuente en arresto domiciliario, mientras los verdaderos delincuentes están allá afuera, sin castigo".
Y esta situación, lamentablemente, no es sólo para ella. Según el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ), Méjico es el segundo país más peligroso para ejercer el periodismo.
"Lo que ahora sabemos es que los casi 30 periodistas asesinados y desaparecidos desde hace cinco años en Méjico han estado implicados en temas directamente vinculados con la colusión entre el crimen organizado y el poder político organizado", dice Cacho.
"En Méjico se han perdido las líneas de división entre los gobiernos estatales y los grupos de crimen organizado que se dedican al narcotráfico, a la trata de personas y a vender y comprar armas. Es en este contexto que estamos empezando a revelar estos vínculos, por eso estamos en mayor peligro que nunca antes", señala.
A pesar de ello, y aunque ha tenido ofertas atractivas para salir de Méjico y trabajar en otros países como Francia y Estados Unidos, la periodista sigue viviendo en Cancún y actualmente trabaja en un libro sobre la trata y tráfico de mujeres en dicho país. "Yo sigo convencida de que los que se tienen que ir de Méjico son los criminales; no estoy dispuesta a ser emigrante por la violencia. Como dice una de las niñas en mi libro: que se vayan los malos de aquí".
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