Red Peruana contra la Pornografía Infantil

Asociación Civil sin fines de lucro, que busca la erradicación de las redes de productores, distribuidores y consumidores de pornografía infantil en el Perú y Latinoamérica, principalmente de aquella que se ejecuta vía Internet. Asimismo, lucha contra la Trata de Personas, la Explotación Sexual Comercial Infantil y el Tráfico de niños, niñas y adolescentes, trabajando en coordinación con otras instituciones que persiguen similares fines.

lunes, mayo 04, 2009

Radiografía del Turismo Sexual en Cartagena

Cartagena - Colombia.- (Edward Davey - Cambio) La muerte de Yesid Torres, un joven cartagenero de 15 años de edad, a causa de una sobredosis de cocaína ha conmocionado a la sociedad de la 'Ciudad Heroica'. Yesid Torres había sido contratado por Paolo Pravisani, un pedófilo italiano de 72 años de edad, para proveer servicios sexuales bajo la fachada de ayuda doméstica en el apartamento que el italiano tenía en arriendo en un exclusivo sector de la ciudad. Un grupo de menores de edad y adultos jóvenes, entre los cuales se incluía el mejor amigo de Yesid, de 13 años, estuvo también involucrado. La principal obligación de Yesid, de acuerdo con el abogado que lleva el caso, era tomar parte en actos sexuales con otros menores de edad y jóvenes en presencia de Pravisani.
Yesid murió camino al hospital debido a la cocaína que había consumido en el apartamento del italiano. Una cámara fotográfica con abundante material pornográfico fue encontrada en el apartamento poco tiempo después junto con whisky, drogas y el mismo Pravisani, medio desnudo y en estado de ebriedad. No hubo ni un solo vecino en este denso sector de la ciudad que denunciara el ingreso constante de menores al apartamento durante los meses anteriores a la trágica muerte de Yesid.
Actualmente, el italiano está siendo procesado por los cargos de pornografía infantil, acceso carnal violento a un menor de 14 años, incitación a la prostitución y homicidio. Su juicio constituye un caso simbólico en el país, ya que - a pesar de la existencia de amplia evidencia que muestra cómo esta problemática ha venido empeorando durante los últimos años - es la primera vez que se juzga a un turista extranjero por crímenes sexuales que involucran menores en Colombia. Es probable que la condena que reciba Pravisani sea severa, con un mínimo de 15 años en prisión, lo que se espera genere un poderoso efecto disuasivo.

Turistas en búsqueda de sexo y drogas en Cartagena

No le toma mucho tiempo a un visitante extranjero en Cartagena descubrir lo que el mercado ofrece. Raimundo, el taxista que me recoge en el aeropuerto, me brinda inmediatamente sus servicios mientras pasamos a orillas del mar Caribe, en nuestra ruta hacia la ciudad amurallada. "Puedo conseguirle lo que usted quiera amigo, yo sé que usted debe estar buscando chicas. Le puedo conseguir chicas muy bonitas y voluptuosas inmediatamente". ¿Cuánto cuesta? le pregunto: "Es muy barato, dice él". ¿Niñas jóvenes?
"Lo que usted quiera, puedo conseguirle blancas, negras, jóvenes, viejas, vírgenes incluso... aquí esta mi numero". ¿Niños también? "¡Por supuesto!".
Una tarde en la playa, en el sector de Bocagrande, corrobora esta dinámica. Vendedores de fruta y masajistas se apresuran a ofrecer cocaína y "chicas". Estudiantes universitarias, llamadas prepago, pueden ser contratadas a través del intermediario adecuado. Se trata de hombres y mujeres jóvenes provenientes en su mayoría de las provincias, que viven y estudian en Cartagena y ofrecen sus servicios a turistas como acompañantes por algunos días, lo que incluye ir a la playa, a restaurantes y, por supuesto, sexo.
A la media noche, en un bar en el centro, docenas de estadounidenses, canadienses y europeos de edad madura, al igual que algunos colombianos, observan y bailan con mujeres en ropas ligeras, arregladas para aparentar 16 o más años. Una bailarina de striptease ambienta la escena. Es muy claro que muchas de las niñas son muy jóvenes: tienen entre 13 y 14 años y que portan contraseñas falsas. Los acuerdos se cierran abiertamente: los hombres abandonan el lugar con las niñas bajo sus brazos. Una línea de taxis espera afuera del bar y muchos hoteles baratos, abiertos 24 horas, se ubican a menos de una cuadra del lugar.
Cartagena está llena de hoteles pequeños 'por hora' que en su mayoría no restringen el sexo con menores, a pesar de que algunos de ellos ponen anuncios prohibiendo esta práctica en la recepción. El número creciente de apartahoteles, o lo que se denomina parahoteleria, es también parte del problema: arrendados por semana, con poca vigilancia y un elevado grado de autonomía para el cliente, estos lugares constituyen un lugar perfecto para el sexo ilícito con menores. Un bloque de apartamentos, ubicado en El Laguito, es un buen ejemplo de ello: un edificio grande, de pasillos intrincados, con numerosos apartamentos y bajos niveles de vigilancia en la puerta.
Los hoteles 5 estrellas tampoco están exentos. A pesar de su claro compromiso con asegurar el cumplimiento de las normas legales, empleados de estos hoteles confiesan en privado que los porteros y celadores nocturnos son susceptibles de ser sobornados para dejar pasar clandestinamente a las parejas menores de edad de sus huéspedes.
Existen cintas de video grabadas hace algunos meses que muestran el ingreso de un menor por la puerta trasera de un famoso hotel, mientras algunos empleados reciben dinero a cambio.

Un contexto más amplio de pobreza y normas culturales

La vista panorámica desde el convento de La Popa revela la dura realidad que enfrentan la mayoría de cartageneros. Un dato probablemente desconocido para los turistas del centro histórico es que los barrios marginales de Cartagena se encuentran dentro de los más grandes y pobres de Colombia. Se trata de asentamientos de origen ilegal, carentes de servicios públicos básicos como acueducto y alcantarillado, en donde el desempleo y la malnutrición son escandalosamente altos.
Más de 500,000 personas en Cartagena viven en condiciones de pobreza extrema de acuerdo con las estadísticas del gobierno nacional y local. Muchos han sido desplazados de áreas rurales como resultado de la violencia inducida por la lucha armada que involucra a las Farc y a los paramilitares. Uno de los barrios marginales de Cartagena, Nelson Mandela, se encuentra compuesto casi en su totalidad por desplazados de la violencia. Muchos niños muestran estómagos inflamados y pelo quebradizo y amarillo, signos inequívocos de malnutrición. Además, la inseguridad en estos barrios es muy alta, ya que muchos de ellos tienen una fuerte presencia paramilitar y de crimen relacionado con el expendio y tráfico de drogas.
Algunas madres de estas comunidades ubican el involucramiento de niños en el comercio sexual dentro del contexto de la pobreza absoluta en que viven sus familias: el ingreso adicional que los niños traen a casa puede ser significativo, incluso crucial para el presupuesto del hogar. En algunos casos, las madres animan activamente a sus hijos a involucrarse en el comercio sexual; en otros, simplemente lo aceptan tácitamente. Sin embargo, muchas otras madres manifiestan con firmeza que no desean que sus hijos se involucren en este negocio. Este es el caso de María, una trabajadora sexual de 30 años con quien hablé. Ella fue enfática: "yo nunca desearía esto para mis hijos o para ningún ser humano en general. Esto es terriblemente cruel y degradante".
Muchos expertos en esta problemática sitúan el involucramiento de menores de edad en trabajos sexuales dentro del contexto cultural, en el cual las relaciones sexuales con menores constituyen una parte significativa de la vida en las áreas urbanas pobres.
Veronique Henry es la representante para Colombia de Terre des Hommes, una ONG suiza que se encarga de representar legalmente a los menores víctimas, incluidos aquellos involucrados en el caso Pravisani. Veronique describe cómo la primera experiencia de abuso sexual de los menores generalmente ocurre al interior de sus propias familias: "se observan muchos casos de abuso sexual de niñas perpetuados por sus padres, padrastros y tíos".
En el mismo sentido, el padre John Mahony, un sacerdote británico que ha trabajado en Cartagena por más de 25 años, comenta: "la pobreza es una parte importante del problema, pero no la única. La prevalencia de una arraigada aceptación cultural es sin duda una parte significativa del mismo".
Claudia Ayola, sicóloga infantil y consejera de la Alcaldesa Judith Pinedo en temas de niñez, también enfatiza en la importancia de considerar el contexto en su dimensión ampliada: "El involucramiento de menores de edad con turistas extranjeros es sólo la punta del iceberg. Existe un número significativo de turistas colombianos que vienen aquí para este propósito y también hay una gran demanda dentro de los habitantes de la ciudad". Ayola agrega que: "estamos dirigiendo nuestros esfuerzos a promover cambios estructurales y sociales para reducir la vulnerabilidad de los niños en esta sociedad. Los turistas aquí están tomando ventaja de una situación prevalente y compleja. Nuestros esfuerzos deben estar encaminados a atacar la raíz del problema".
La administración de Judith Pinedo es ampliamente percibida como una administración que ha entendido el tema a profundidad y es también respetada por haber tomado medidas importantes para prevenirlo, como campañas publicitarias a través la ciudad.

Esfuerzos positivos para combatir el problema

La Fundación Renacer, una ONG colombiana con más de 20 años de experiencia trabajando con niños y adultos victimas de explotación sexual, ha liderado esfuerzos tanto para proveer apoyo en el proceso de rehabilitación a víctimas como para darle más visibilidad a esta problemática dentro de la sociedad cartagenera. Fabián Cárdenas, coordinador de proyectos de Renacer, visita en compañía de su equipo burdeles y otros lugares en la ciudad en los que trabajan menores de edad. Ellos distribuyen consejos, condones y números telefónicos de contacto para menores en busca de ayuda. A su vez, Renacer cuenta con una casa en la que albergan menores que han logrado escapar de situaciones de explotación sexual.
Algunas organizaciones de la sociedad civil en Colombia han propuesto la introducción de normas legales que protejan más a las víctimas y el nuevo Código de la Infancia y la Adolescencia (2006) ha robustecido las sentencias legales por crímenes que involucran menores. Sin embargo, muchos sospechosos nacionales y extranjeros han sido dejados en libertadas ante la falta de evidencia contundente o debido a sobornos al sistema judicial. Para contrarrestar esto, el gobierno nacional está adelantando esfuerzos orientados a proveer entrenamiento a un equipo de 43 investigadores que se especializarán en este tema a nivel nacional.
La Oficina de la Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito, la UNICEF, la Organización Internacional para las Migraciones y muchas otras ONGs también están aunando esfuerzos combatir el involucramiento de menores en turismo sexual, con el apoyo de la Embajada Británica y otras embajadas en Colombia. Todos coinciden en que arrestos de alto perfil de turistas extranjeros involucrados en casos de explotación sexual a menores de edad sería de gran beneficio para influenciar un cambio de actitudes tanto en el país como a nivel internacional. John Dew, Embajador Británico en Colombia, puntualiza: "La comunidad internacional debe apoyar alianzas entre las autoridades locales y las organizaciones de la sociedad civil para trabajar juntas en contra de la vil explotación de niños y jóvenes pobres y vulnerables por parte de turistas y habitantes locales". El próximo juicio de Paolo Pravisani será seguido con gran interés por lo tanto.
Sin embargo, otras actitudes también tendrán que cambiar, sostiene Claudia Ayola, y un aumento de la edad de consentimiento sexual en Colombia -actualmente 14 añosresulta a su vez de gran importancia. "En la actualidad, cuando un menor de 14 se involucra en una actividad sexual esto es considerado automáticamente un crimen, sin importar si el menor ha dado o no su consentimiento. En los casos de menores mayores de 14 años, resulta muy difícil probar que ha habido coerción, aun cuando desde un punto de vista sicológico y circunstancial, resulta claro que así ha sido".
La trágica muerte de Yesid Torres -cuyas fotografías posando al lado de la nueva motocicleta que Paolo Pravisani le había comprado han circulado en los periódicos locales- ha sacado a luz el triste y cruel submundo de la industria turística de Cartagena y de Colombia. Muchas más acciones políticas, sociales y legales decisivas son urgentemente requeridas si Colombia quiere evitar adquirir una reputación negativa asociada a turismo sexual en el futuro.

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