Red Peruana contra la Pornografía Infantil

Asociación Civil sin fines de lucro, que busca la erradicación de las redes de productores, distribuidores y consumidores de pornografía infantil en el Perú y Latinoamérica, principalmente de aquella que se ejecuta vía Internet. Asimismo, lucha contra la Trata de Personas, la Explotación Sexual Comercial Infantil y el Tráfico de niños, niñas y adolescentes, trabajando en coordinación con otras instituciones que persiguen similares fines.

martes, enero 12, 2010

El negocio del sexo

Artículo escrito por: Erika Martínez
Para: Secciçon "Manías", del díario Granada Hoy
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Muchos, pero que muchos españoles cultivan la vieja manía de irse de putas. Pocos de ellos, sin embargo, hablan con sus amigas sobre el tema. La prostitución es un asunto vedado para las mujeres que no se prostituyen y que, en la mayoría de los casos, desaprueban el negocio del sexo. Que no protesten las excepciones, porque por el momento yo soy una de ellas.
Dicen que las prostitutas venden su cuerpo. Detrás de ese lugar común se esconde la creencia de que el cuerpo de las mujeres no es suyo. Pero las personas, al menos dentro del Estado de Derecho, no venden su cuerpo: lo alquilan como fuerza de trabajo. Eso es lo que hace, en mi opinión, una prostituta, una limpiadora o un obrero de la construcción. Todos ellos deberían, por tanto, tener las mismas garantías sociales: sueldo mínimo, regulación de la jornada laboral, cotización y, en consecuencia, derecho a paro, baja por enfermedad y jubilación.
Sabemos, sin embargo, que un número altísimo (aún por desvelar) de prostitutas ejercen en condiciones reales de esclavitud. Este mismo fin de semana se desmanteló en Andalucía una red que forzaba a mil de ellas a prostituirse contra su voluntad. La sociedad tolera eso. Erradicar la explotación sexual debería ser nuestra primera meta. Parte del problema es que muchos de los policías y políticos que han de erradicarla se van o se han ido de putas como tantos otros ciudadanos. No es extraño, por ello, que tengan contradicciones y el asunto los confunda. Para solucionarlo, más que señalarlos condenatoriamente, es necesaria una profunda discusión pública sobre el tema.
Pienso que, siendo una atrocidad a combatir, la explotación sexual no es una razón para ilegalizar la prostitución. Que los recogedores de algodón fueran esclavos en EEUU hasta la Guerra de Secesión no condujo a la prohibición de la agricultura, sino a su regulación. Nadie cuestiona la legitimidad de la costura o la construcción cuando se descubren redes de explotación de inmigrantes. El problema es que no se quiere aceptar la prostitución como oficio. Porque es indigna, dicen. Sin embargo, sí se consideran oficios los trabajos, socialmente respetables, que realizan muchos hombres y mujeres durante 12 horas al día por poco más de 600 euros. Lo indigno no es el trabajo, sino las condiciones.
Muchos de ustedes estarán en desacuerdo conmigo. Seguramente lleven razón, y estoy dispuestísima a dejarme convencer. A lo único que no estoy dispuesta es a que sigamos disimulando. Comprendo a quienes piden la ilegalización, pero no a quienes mantienen la alegalidad.
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